miércoles, 29 de agosto de 2012

UNO TANGUERO



Como argentinos que somos, resulta imposible no asociar las cartas del truco a nuestra existencia.
En el truco, como en la vida, pueden tocarnos ciertas cartas al azar y depende de como las usemos, de como engañemos al mundo, el salir ilesos.

Pero, si lo pienso mejor,en la vida no nos dan tres cartas por mano. Nacemos con todas las cartas. No hay ser un humano que no pueda ser todos los seres humanos.
El problema está en que no sabemos sí estamos jugando el ancho de espadas o el cuatro de copas.
Nos está vedado el conocimiento de las cartas que tiramos en cada mano.
No sabemos cuanto tenemos para el envido, ni podemos imaginar las cartas del contrario (porque ni el las imagina).
En el truco el engaño es voluntario, en la vida el engaño está planeado desde hace tiempo. Por los tipos que inventaron el mazo.
Somos ciegos para el juego en el que estamos metidos.
Y puede que gastemos el ancho en nimiedades y, en los momentos clave, tiremos un cuatro raquitico.

Creo que en el final de nuestra vida, tendremos acceso a las tres ultimas cartas (siempre sobrarán tres). Entonces, podremos ver las cartas. Las que nunca usamos en nuestra existencia. Y jugaremos la ultima partida contra la muerte.

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